Recomendaciones ante la llegada del calor y la subida de los niveles de ozono
Con la llegada del verano y las altas temperaturas, aparece también un contaminante atmosférico que es el ozono. Si este gas se sitúa en las capas altas de la atmósfera, actúa como filtro solar, pero si permanece en el aire que respiramos, se convierte en un elemento que puede ser perjudicial.
Cuando se producen superaciones del nivel de ozono para el umbral de aviso a la población establecido en 180 µgramos/m3, aunque no suponen afecciones importantes para la salud, pueden tener repercusiones negativas en la población de riesgo: niños, ancianos, personas con problemas respiratorios y personas que realicen actividades físicas prolongadas al aire libre, por lo que se recomienda que, si presentan síntomas como irritación de ojos, tos, dolor de cabeza o disminución transitoria de la función pulmonar, eviten la permanencia al aire libre, hacer esfuerzos prolongados y el contacto con alérgenos (polvo, polen, animales...).
Considerando que el ozono tiene como precursor principal a los óxidos de nitrógeno, producidos por la quema de combustibles fósiles, hay una serie de recomendaciones básicas para minimizar este tipo de episodios:
Reducir el uso del vehículo privado a favor de otras formas de transporte más ecológicas.
Utilizar con preferencia el transporte público.
Evitar comportamientos que impliquen mayor gasto de combustible: acelerones bruscos, altas velocidades, vehículo parado con el motor encendido, etc.
Planificar correctamente sus desplazamientos para evitar kilómetros innecesarios.
Llenar el depósito del vehículo en horario de tarde-noche, para minimizar las pérdidas por evaporación de combustible.
Hacer un correcto mantenimiento del vehículo.
Ahorrar energía: apagando la luz cuando no se necesite, utilizar lámparas de bajo consumo (tipo led), adquirir electrodomésticos eficientes (tipo A o superior).
Disminuir el uso de productos de limpieza, pinturas y barnices que contengan disolventes.